François Truffaut, actor, crítico, escritor y director francés de infancia desgarrada y fantasiosa (admirado por uno de mis ídolos, el gran Woody Allen) es el encargado de ponerse tras las cámaras y mostrar de forma innovadora y personal (iniciando un nuevo movimiento cinematográfico mezcla de una especia de clasicismo renovado y una reflexión sobre un presente incierto) esta historia visual entrañable y tierna a la par que dura y desgarradora.
Conservando el estilo y técnica de un renovado Charles Chaplin al espectador se le ofrece una especie de mezcla entre Luces de la ciudad (1931) y Tiempos modernos (1936) recogiendo de estas el estilo de narrativa visual y ofreciendo un drama ficticio-biográfico en el que no falta la mala leche de la propia vida enfocada en modo castigo.